Teatro con “UnosDos”, el amor después del amor
Otra obra de C.A.B.A. se presentó ayer a las 20 hs. en la Fundación Salta, en el marco del 8º Circuito Nacional de Teatro “Late Alto 2013”, organizado por el INT.
Carolina Tejeda (la actriz de “Harina”) y José Mehrez (uno de los actores de “Absentha”, obra que vimos en el Abasto y conocimos su talento) son dos actores que interpretan con solvencia a una pareja deshecha. En escena los vemos a ambos siendo el reflejo uno del otro, en un recurso dramatúrgico muy llamativo: mientras uno cuenta su experiencia en primera persona el otro lo hace en tercera y las versiones van en paralelo. El recurso escénico es la construcción de dos universos espejados lo cual determina la visión perfecta y pura del interior de cada uno de los amantes. Somos capaces de mirar a través del otro en un doble juego de representaciones.
La atmósfera es agradable, quizá por la música que crea un aire francés. Sin embargo, hay mucha melancólica ausencia y una casi incomprensible soledad que se entremezcla con un humor de situaciones de esas pequeñas cosas que los hicieron felices. Entre ambos han creado una historia que los une en el pasado y que los aleja en el presente. Los recuerdos están instalados en la memoria. Lo que alguna vez les molestó ahora es una anécdota del otro. Ellos no lo saben, pero se piensan y parecen extrañar hasta lo malo de la relación.
No basta con amarse. La crisis económica ayudó al fracaso de la pareja. Pero lejos de evidenciar situaciones consabidas, compartimos sus sueños rotos. Cómo salir de la miseria dignamente. Los pantalones de un amigo que irán a la modista es un rasgo sutil, como lo son los pequeños lugares donde duermen y esos objetos que guardan una historia en común. Cada detalle crea un clima de inevitable desazón, pero no desde lo dramático, sino desde el lirismo reflexivo. Hay realismo desde lo inexorable del vivir. Y esto es el hallazgo de la puesta, como las luces y las sombras de una pareja como cualquier otra que se amó.
Entre los espejos, uno es el reflejo del otro. Uno es el otro. Dos son uno. Y están muy pero muy lejos.
De excelente dramaturgia y gran labor compositiva de los protagonistas, la obra es un bolero sobre los bordes del estar parados en medio de la vida con apenas lo justo. Quizá alcance para mañana.
Impreso
el dia 23/05/2011 a las 12:16 hs
En la
Fiesta Nacional del Teatro
El centro del poder escénico
Tomando la delantera -principalmente en cuestiones de técnica interpretativa, precisión escénica y claridad conceptual de las puestas-la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (Capital Federal) dejó flotando dos trabajos que provienen de
universos poéticos completamente distintos, pero igualmente efectivos y
potentes.
"La idea fija", de Pablo Rotemberg, desde la danza-teatro, exhibe un universo en el que el sexo primitivo, el gesto inhumano y los cuerpos desnudos (literalmente) de hombres y mujeres, son máquinas que se penetran o se repelen al mecánico ritmo de una ciudad sin ternura. Impactante.
"Unosdos", en cambio, desde el estricto mundo teatral, aporta una visión casi cinematográfica (desde la puesta), y profundamente enraizada en una suerte de realismo parodiado en tercera persona, sobre un hombre y una mujer que fueron pareja y hoy se piensan, se recuerdan, desde sus universos solitarios y separados. Estupendo ritmo dramático, estupendas actuaciones de Carolina Tejada y José Mehrez, estupenda postal de referencia. Hermosa, hermosa.
El centro del poder escénico
Tomando la delantera -principalmente en cuestiones de técnica interpretativa, precisión escénica y claridad conceptual de las puestas-
"La idea fija", de Pablo Rotemberg, desde la danza-teatro, exhibe un universo en el que el sexo primitivo, el gesto inhumano y los cuerpos desnudos (literalmente) de hombres y mujeres, son máquinas que se penetran o se repelen al mecánico ritmo de una ciudad sin ternura. Impactante.
"Unosdos", en cambio, desde el estricto mundo teatral, aporta una visión casi cinematográfica (desde la puesta), y profundamente enraizada en una suerte de realismo parodiado en tercera persona, sobre un hombre y una mujer que fueron pareja y hoy se piensan, se recuerdan, desde sus universos solitarios y separados. Estupendo ritmo dramático, estupendas actuaciones de Carolina Tejada y José Mehrez, estupenda postal de referencia. Hermosa, hermosa.
URL http://www.losandes.com.ar/notas/2011/5/22/fiesta-nacional-teatro-provincias-ganan-569706.asp
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SAN
JUAN
El país teatral estuvo representado en la ciudad de San Juan
La
noche del viernes tuvo una especial culminación, que permitió un gran disfrute
en la platea que pudo apreciar un trabajo de primer nivel. Desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se
presentó “UnosDos”, una verdadera muestra del trabajo actoral preparado, talentoso y
estudiado. Carolina Tejeda y José Mehrez son a la vez autores y actores de esta
propuesta, y cuentan la historia de una pareja que después de su separación
cuenta su historia y su desconcierto en soledad de cada uno de sus integrantes.
Con un texto impecable que provoca un diálogo entre los personajes que en la
escena no siguen un tiempo real, sino que se superponen a partir de la soledad
de cada uno para contar las mismas historias y momentos de la pareja. El
recurso de escuchar a la vez ambas versiones, está muy bien trabajado para no
provocar confusiones. Se utilizan muy bien los momentos, las intensidades de la
voz y las posiciones de los actores para que el espectador no se pierda
detalle. “Unos dos” muestra las visiones totalmente diferentes que tenemos las
mujeres con respecto a los hombres de situaciones iguales, pero no sólo eso,
sino que muestra cómo cada uno de los géneros tiene su propia esencia, la que o
se puede aunar y por lo tanto nunca se conjugarán las posiciones, a menos que
alguien mienta. Ni uno ni otro tiene razón, o la verdad, ni tampoco ninguno
tiene la culpa, sin embargo esa imposibilidad de entender las diferentes
perspectivas, hace que ella y él estén separados, y a la vez juntos porque se
piensan y se extrañan.
TEATRO Las cenizas del adiós
La obra “UnosDos”. Un profundo trabajo de Carolina
Tejeda y José Mehrez.
·
25.02.2011 |
Por Susana
Villalba Especial Para Clarín
El
título UnosDos es una muy buena síntesis. La obra
alude a una pareja común, que no necesita presentar rasgos particularísimos
para atravesar y ser atravesada por el drama del amor. Y los muestra cuando se
han transformado en dos, aunque aún sin dejar de ser una unidad. “Esa lentísima
tragedia de la separación”, en palabras de José Mehrez.
Sin
ideas previas, Carolina Tejeda, la actriz que recibiera tantos reconocimientos
por Harina , comenzó a juntarse con Mehrez ( Absentha y Ars
higiénica entre otras); pero
una vez que les apareció este eje, trataron de no desviarse, de ser respetuosos
-cuentan- y escuchar a estas criaturas que contaban una historia partida en dos
mitades. Y se preguntaron, ¿cómo hacerlos convivir en el escenario, pero
separados? Ese fue uno de los interrogantes que organizó la puesta y fue
definiendo gran parte del encanto de la obra: cada uno cuenta desde su lugar,
lugar tanto en sentido literal como subjetivo. Cada uno en su versión. Y sin
embargo, las huellas del amor, lo compartido, la nostalgia hacen que por momentos
esos dos vuelvan a ser un solo relato a dúo. En lo que parecen dos casas sin
terminar porque aún son dos mitades de lo que fue una casa.
Una
separación es algo tan común y no por eso deja de ser un misterio, como el amor
mismo. Suele suceder a muchos unos que nunca saben por qué de pronto o
paulatinamente pasaron a ser dos . Así es que la obra no llega a una
conclusión, sencillamente sigue el primer paso que da todo aquel que se separa:
contarlo, para tratar de entender algo. La obra va hilvanando relatos que
intentan reconstruir o deconstruir, recuperar u olvidar, comprender o borrar
pero sin lograr lo uno ni lo otro, como suele suceder. Y lo que se pueda ir
sabiendo de la pareja es lo que decanta de la retrospección de un todo que no
excluye lo individual de cada uno y el mundo afuera. Este es uno de los rasgos
más interesantes, lo que van contando mezcla sus ilusiones y desilusiones en
muchos ámbitos, no sólo el amoroso, y cómo todo se mezcla conformando un pasado
con cadencia desaudade por
lo que ya no es. Las pequeñas tonterías de uno que llegaron a volverse
irritantes para el otro, el terrenito que quisieron comprar, los trabajos con
que intentaron comprarlo, lo que cada uno acarreó de todo eso hacia el interior
de la pareja y de la pareja hacia un afuera que visto a través de estos relatos
no siempre resulta el mejor alimento para el amor.
UnosDos es una obra de dramaturgia de actor, de estos dos excelentes
actores que son también un importante condimento. Y que encontró el tono justo:
no es un drama que caería en telenovela y que no sería verosímil, porque la
gente común aún cuando se separa tiene que seguir su vida sin detenerse; ni
tiene una comicidad exagerada que lavaría la tristeza de la separación. El
mayor logro: es emotiva y tierna sin que estas dos palabras quieran decir
azucarado ni golpe bajo. Lo que nunca es fácil.
El dato: La
obra fue seleccionada el año anterior para el Segundo Festival Nacional de
Teatro en el ECUNHI y para la la
Fiesta de Teatro de la Ciudad de Buenos Aires; de las 12 obras
participantes de esa Fiesta, es una de las tres elegidas para representar este
año a Buenos Aires en la
Fiesta Nacional del Teatro que organiza el Instituto Nacional
de Teatro en mayo, en San Juan.
///Susana Freire
Los sueños compartidos no se
divorcian
Lunes 22 de noviembre de 2010
¿Qué es lo que determina el fin de la relación de una pareja?
Las respuestas pueden ser numerosas: la falta de amor, la convivencia, los
roces cotidianos, las frustraciones, los sueños no cumplidos, la falta de
proyectos. En fin, la respuesta es compleja y Carolina Tejeda y José Mehrez
decidieron especular sobre el tema y del resultado lo único que queda en claro
es que aún sobreviven sentimientos de uno hacia el otro, y viceversa.
Sin tener bien definida la causa de la separación, sí se percibe
que hay un deterioro en las relaciones de una pareja simple, que soñó con un
futuro promisorio en el que las posibilidades de subsistencia están muy
limitadas por falta de una profesión. Quizá la autogestión sea un camino, pero
no para ellos y entonces se percibe que la frustración es una de las causas
posibles.
Dos versiones
En sus evocaciones de convivencia no hay agresiones ni recuerdos
sórdidos, apenas algunos objetos nos llevan a pensar que en el fondo prevalece
un afecto que los mantiene unidos en sus pensamientos. Pero, nada más.
Sencilla la historia y el planteo que cuenta con un recurso muy
efectivo: los monólogos de cada uno se emiten en forma simultánea sin
entorpecerse y sin empastar los contenidos. De esta manera, el espectador
escucha al mismo tiempo las dos versiones de la misma situación.
Por la índole del tema, los personajes también son seres simples
que provocan ternura y, en este sentido, Tejeda y Mehrez les dan lo justo para
no caer en actuaciones exageradas y maniqueas.
/// Por Verónica Pagés
Historia de dos amantes separados, pero no tanto
Un hombre y una mujer que alguna vez fueron pareja. Quizá se siguen queriendo, pero sobrevivir ya es demasiado trabajo como para pensar en el amor, o no.
Carolina Tejeda, la actriz que hace cinco años deslumbró con su Rosalía de Harina , volvió a encarar un proyecto en el que se vuelve a hacer cargo de la dramaturgia y la interpretación, y en el que también se anima a la dirección. Pero esta vez eligió estar acompañada arriba del escenario e invitó a José Mehrez a su aventura, que terminó siendo absolutamente de los dos, en partes iguales, y es la que desde esta noche, a las 21, se podrá conocer en el escenario del Teatro del Abasto.
UnosDos . Dos cualesquiera. Dos personas del montón que alguna vez se enamoraron y quizá pensaron "contigo, pan y cebolla". Pero el tiempo se encargó de aclararles que hace falta más que un poco de pan para que el proyecto del amor no desbarranque, o para que se convierta en el punto de apoyo para intentar seguir adelante. Dos cualesquiera que están decididamente separados, pero no tanto.
Como sucedió en Harina -trabajo en el que Tejeda compartió la dramaturgia con Román Podolsky-, la actriz envuelve a sus personajes -esta vez, en dupla con Mehrez- en un contexto social que no les da demasiada tregua. "Hay algo en común en las dos obras, una suerte de pulsión que me expresa, que me representa y necesito contar. En este caso, se trata dos personas que no tienen ninguna vocación, no son profesionales y tratan de conseguir un trabajo que nunca es muy a largo plazo, por lo que pensar hacer algo por cuenta propia se les presenta como una luz en el camino", dice Tejeda.
Una persona con plus
Hacía tiempo que Tejeda venía viendo actuar a Mehrez (que es integrante del grupoLa Fronda
desde su fundación, desde hace ya más de doce años), y con la claridad que
tenía en la cabeza de "ahora trabajar con un varón", no dejó escapar
la oportunidad que le dio la casualidad de encontrárselo en un casting para una
película. Poco pasó hasta que lo llamó y él aceptó. Es que Mehrez también la
había visto actuar e intuyó bien que entre los dos podrían construir un modo de
narrar que los representara a ambos. "Carolina es una persona que en
escena no sólo está interpretando un personaje: hay un plus, y yo hacía mucho
que también tenía ganas de eso, de trabajar con un material que saliera desde
un lugar propio. Y el encuentro se dio muy fácilmente, algo así como que a los
dos nos gustaba lo que el otro proponía. Ayudó el hecho de que rápidamente
tuvimos un acuerdo muy profundo sobre lo que queríamos hacer", explica el
actor que por estos días también está presentado Absentha con La Fronda.
Hacía tiempo que Tejeda venía viendo actuar a Mehrez (que es integrante del grupo
Quizá la facilidad
del encuentro y la real dificultad de encontrar un director con el que
completar el grupo los fue convenciendo de trabajar solos. "Hacía tiempo
que ensayábamos, y había en eso algo superador de esperar a que viniera alguien
a dirigirnos, por lo que decidimos continuar así", sigue Tejeda. Hasta que
un día tuvieron que tomar la decisión, finalmente, de buscar la cámara,
grabarse en video y mirarse. "Fue durísimo; pasamos de decir: «¡Qué
horrible que soy! ¡Qué horrible que soy!» a empezar a vernos de verdad el
material y a comenzar a dirigirnos", recuerda.
Así y todo, felices por el resultado, un día -no hace tanto- también resolvieron sumar a Ana Sánchez (directora deLa Fronda ) y a Cecilia Elías
(coreógrafa de Dijeron de mí ) para darles diagnósticos sobre lo que ellos no
podían terminar de ver. "La verdad: estamos muy conformes. Quizá tuvimos
que bajar de lo ideal a lo posible, pero justamente eso terminó siendo lo
ideal", concluye Tejeda, que desde hoy -paradójicamente- se meterá en la
piel de una mujer que dejó el ideal de lado para pensar en lo posible, y aun lo
posible se le vuelve esquivo y caprichoso. Como a veces se vuelve el amor. PARA
AGENDAR
Así y todo, felices por el resultado, un día -no hace tanto- también resolvieron sumar a Ana Sánchez (directora de
Viernes, 10 de
diciembre de 2010
/// Por Sonia Jaroslavsky
Un
tipo y una mina
Hay unos dos por allí: una mina y un tipo. Ella, tipo treinta; él,
más cercano a los cuarenta. Juntos o separados, el presente o el recuerdo: da
igual. Esos unos dos que alguna vez fueron pareja tienen la sabiduría de lo
cotidiano. Los unos, los esos, ese o esa.
Los ejes de UnosDos,
actuada, escrita y dirigida por Carolina Tejeda (reconocida por trabajo actoral
en Harina) y José Mehrez (actor de Absentha, que también se presenta en el
Teatro del Abasto), se concentra en el encuentro y desencuentro de una pareja y
en la reflexión acerca de los modos de subsistencia. El espectáculo aborda la
convivencia de los dos personajes en un mismo espacio que curiosamente –y aquí
lo más interesante del recurso de la obra– tiene una división ficticia: línea
imaginaria que divide dos ámbitos, las viviendas de cada una de estas personas
que alguna vez estuvieron juntas.
Carolina Tejeda dice que
encontraron “la savia de la obra” cuando se dieron cuenta de que había que
hacer hincapié en la convivencia con ese otro que no está y está al mismo
tiempo. “Para que eso sucediera –agrega la actriz– el dispositivo escénico
tenía que ser simple para que el espectador lo comprendiera. Por eso es una
obra con un registro y una escenografía realista, pero ese zapping de uno a
otro la vuelve completamente singular.” El otro partener, José Mehrez, agrega
que el desafío fue el de ser coherente con el imaginario propuesto y así
relajar las pretensiones para que ese misterio se desarrolle solo y de manera
armónica: “Ese imaginario es el de dos personas, y ese espacio es el propuesto
para que puedan habitar esos dos”. En definitiva, en UnosDos, es el dispositivo
escénico el que contiene y conduce el relato y el juego de la relación/no
relación de los personajes.
¿Cómo sostener una pareja?
Es una de las preguntas que se hicieron sus protagonistas a la hora de montar
UnosDos. “Es una obra contemporánea –comentan–. Los personajes no tienen una
profesión, tampoco una vocación. Después de la flexibilización laboral están
continuamente haciendo equilibrio en un hilo muy fino.” La pregunta sobre cómo
sostener una pareja contiene en sí misma la pregunta acerca de cómo sostenerla
económicamente y la de un incierto proyecto a futuro. El vínculo afectivo está
atravesado indefectiblemente por la situación socio-económica. Como
consecuencia, se derrumba. Pero además se agrega otro cuestionamiento, sostiene
Tejeda: “En el pasado las parejas se construían “hasta que la muerte nos
separe” y la obra pone de tapete la pregunta sobre qué se gana y qué se pierde
hoy en una pareja”. Así lo manifiestan al hablar de manera autónoma, casi sin
diálogo entre ellos, como si estuvieran separados. Recurso que ayuda a mostrar
las contradicciones de la pareja, las dos versiones de un mismo hecho.
Como buenos observadores
de los detalles de la cotidianidad y a pesar suyo, comentan sobre una gran
cantidad de pequeños incidentes. Un cambio de nombre y dibujo de marca en un
supermercado de barrio: cambiar Dumbo por Dunqui porque si no viene una
multinacional y te hace una demanda. O, siguiendo la misma lógica, hablan
acerca de cómo los encargados de mercados le roban al cliente las muestras
gratis de chizitos para encintarlas al aceite de soja que está por vencer
–porque nadie termina de saber si hace bien o mal–, y así en un fin de semana
se los sacan de encima.
La estampa sería como la
que observa Mehrez: “la de un ‘tipo’ o una ‘mina’. Ese al que conocés y decís:
conocí a un tipo, no a un hombre, ni a una persona ni a un señor, ni a Alfredo
ni a un escribano. Conocí a un tipo, con toda la crueldad implícita de la
palabra. Sin nombre, ni oficio, ni profesión ni vocación: la segunda marca, la
copia trucha de ese sueño de bienestar contemporáneo”.
CON EL NUMERO DOS NACE LA
PENA
/// por Alejandro Ricagno –
TALLER LA OTRA
viernes 1 de octubre de 2010
http://tallerlaotra.blogspot.com/2010/10/con-el-numero-dos-nace-la-pena.html
viernes 1 de octubre de 2010
http://tallerlaotra.blogspot.com/2010/10/con-el-numero-dos-nace-la-pena.html
“Con
el número dos nace la pena”, decía Leopoldo Marechal en su famoso poema “Del
amor navegante”.UnosDos, la pieza escrita, interpretada y dirigida por Carolina
Tejeda y José Mehrez, pareciera partir de una variación de ese poema: algo así
como “cuando el dos es otra vez uno y uno, es que la pena ya se instaló”.
Durante una hora asistimos a la historia de “unos dos” cualesquiera que en el
presente de la pieza son ya Uno y Otra, separados, apenas unidos por el
recuerdo de altri tempi, no necesariamente radiantes, y vinculados desde la
puesta por un espacio “irrealmente en común” que es en realidad dos espacios
separados, tanto por lo geográfico como por lo cronológico.
En ese “tan lejos, tan cerca” de una expareja treintañera transcurre la obra, adecuadamente escenografiada como un solo espacio; un corredor dispuesto como en espejo, de dos piezas distantes en sendos lugares del Gran Buenos Aires. Esa adecuada escenografía, con una cama empotrada de un lado y un sofá cama desvencijado del otro, construye un espacio intermedio, más mental que real, una suerte de tierra de nadie, un entretiempo o pasillo de la memoria compartida en paralelo por un hombre y una mujer. Allí ambas criaturas desarrollaran sus monólogos alternos, que a veces se contradicen o yuxtapone, de cara al publico, a escasos centímetros uno del otro, allí se perderán en evocaciones de un humor tan eficaz como melancólico. Porque Unos Dos participa de una suerte de humor “a lo clown”, pero no desde su apuesta estética o actoral, mas bien sobriamente contenida, sino por ese dejo de humor amargo, esa mueca que resta después de cada chiste, de cada situación, de cada anécdota que refleja el muy reconocible desgaste de una pareja de clase media de treinta y pico enla Argentina
de principios del nuevo siglo. Así aparecen escenarios evocados que denotan lo
efímero de los sueños:
En ese “tan lejos, tan cerca” de una expareja treintañera transcurre la obra, adecuadamente escenografiada como un solo espacio; un corredor dispuesto como en espejo, de dos piezas distantes en sendos lugares del Gran Buenos Aires. Esa adecuada escenografía, con una cama empotrada de un lado y un sofá cama desvencijado del otro, construye un espacio intermedio, más mental que real, una suerte de tierra de nadie, un entretiempo o pasillo de la memoria compartida en paralelo por un hombre y una mujer. Allí ambas criaturas desarrollaran sus monólogos alternos, que a veces se contradicen o yuxtapone, de cara al publico, a escasos centímetros uno del otro, allí se perderán en evocaciones de un humor tan eficaz como melancólico. Porque Unos Dos participa de una suerte de humor “a lo clown”, pero no desde su apuesta estética o actoral, mas bien sobriamente contenida, sino por ese dejo de humor amargo, esa mueca que resta después de cada chiste, de cada situación, de cada anécdota que refleja el muy reconocible desgaste de una pareja de clase media de treinta y pico en
la
posibilidad de un terrenito en Lanús, ilusiones apenas modestas, como modestos
e inestables aparecen los empleos y las changas: desde las guardas
inmobiliarias hasta la tarea de repositor en un supermercado, pasando por las
fabricación de muñecos para decoración de tortas. Como si precariedad laboral
fuera mutando en precariedad afectiva, al irse minado la posibilidad de un
futuro un poco, apenas más venturoso.
Todo esto transcurre bajo la cuerda de un humor certero que deviene más melancólico a medida que la pieza avanza, o deberiamos decir se desplaza en círculos concéntricos, que hacen de la idea de la separación y su cicatriz nunca del todo curada, su centro dramático. Claro que el fuerte de la obra está dado por las actuaciones de Carolina Tejeda -esa exquisita actriz de la multipremiada Harina, de Podolsky- que va regulando su histrionismo hasta hacerlo estallar en el descacharrante y al vez patético monólogo de la venta de un paquete turístico para extranjeros-, y de José Mehrez –un actor muy dúctil, al que también se lo puede ver en un personaje desopilante y en las antítesis de éste en la muy interesante Absentha de Alejandro Acobino y el grupo Ars Higiénica, también el Teatro del Abasto, los sábados y domingos- en esa especie de relectura de la resignación masculina hecha en clave keatoniana: una imperturbabilidad que apenas deja dibujar la tristeza detrás de la máscara, pero con la sutileza necesaria para que la notemos.
No es entonces en un texto literario dramático, ni en una teatralidad sorprendente donde encontramos los brillos de esta pequeña pero contundente obra, sino en sus intersticios: en el peso de un silencio, en el cambio de tono de una evocación, en el lento ballet acompàñado por esa música de reputación dudosa como es la banda de sonido de la famosa película de Leoluch, Un hombre y una mujer, que nunca sonó tan tristemente cursi y exacta como aquí.
En el hallazgo de convertir lo pequeño, banal y desechado, como último refugio de la lente deformante de la ausencia, Unos dos crece en la memoria, como aquellas pequeñas cosas de la canción de Serrat, aunque aquí no se trate de recordar un tiempo de rosas, sino de apenas sobrevivencia y (des) ilusión. Por todo esto, la obra supera la mera “obra escrita por actores para lucimiento de actores” y se erige como una exacta postal del desencanto de la generación de la treintena, de aquellos partidos a la mitad de un sueño.
El
Caleidoscopio de Lucy
La suma de las partes
Daniel Gaguine
Una
canción de Pedro Aznar decía “Uno y uno y uno en uno y uno a uno y todo en uno
en mi (en ti)”. “Unos Dos” es la materialización de este estribillo puesto
sobre tablas pero…con la variación puesta no el romanticismo sino en el lado
más cáustico de la relación. El y ella llegan y se presentan. Hablan y sus
palabras se entremezclan. Cada uno forma parte de ese rompecabezas que es el
otro. Piezas que deben unirse (o no) para que la historia continúe con un
destino abierto. Los momentos que recuerdan en cada parlamento son aquellos que
todos lo que han estado en pareja, vivieron en carne propia aunque, eso si,
lejos del romanticismo y la redención propuesta por cualquier película
hollywoodense. La escenografía y la puesta son sencillas y efectivas al tiempo
que son ideales para acompañar las palabras y los cuerpos de Carolina Tejeda y
José Mehrez, excelentes ambos en sus creaciones. La iluminación crea ambientes
donde esas partes del rompecabezas se conjugan en un todo de situaciones
familiares, lúdicas y también románticamente dolorosas. Ellos recuerdan lo que
son en un presente que es, a pesar de ellos, que lo viven y también lo sufren.
Los cuerpos apenas se tocan, son como imanes que en un tiempo, estaban unidos
pero ahora no. Polos opuestos pero complementarios. Unos…dos son ellos y pueden
ser todos o cualquiera. La sensibilidad puesta en cada gesto y cada palabra
llegan al corazón no a través del golpe bajo sino por medio de un decir y una
voz que gambetea la coraza del orgullo que cada ser lleva consigo. “UnosDos”
reflexiona y comparte sus sentires para que la platea los aprehenda y los
complete para que esa historia sea la propia. Teatro en estado puro que llega
al corazón.
UnosDos
A SALA LLENA
Febrero de 2011
/// Por Mauro Cavas
Frente al vacío de la soledad, surgen recuerdos, imágenes que decidimos guardar parpadean inconexas. Es así que las historias que ya no son, dejan el estante de que las cubrieron de polvo y vuelven a ser vividas. UnosDos, son estas historias contadas cotidianamente, con nostalgia, con humor, con emoción, anhelo, incertidumbre; la intimidad de dos amantes separados, que siguen unidos por los recuerdos.Ampliando la sinopsis diremos que la obra transcurre en dos habitaciones austeras, la de él, y la de ella. Allí los actores desnudan sus vivencias pasadas desde la compra de un terreno para vivir juntos, el trabajo, los proyectos y sueños, sus goces, sus reproches… un tanto de dulzura y otro tanto de frustración que no deja de pesar. Ella (Carolina Tejeda, la actriz que hace cinco años deslumbró con su Rosalía de Harina) es una mina que se da maña para todo, así es como prueba suerte de vendedora de camas rebatibles, luego como promotora de turismo, después se independiza con las manualidades pero las termina dejando a los pocos meses, planea vender pareos en las playas de Europa, pero todavía no se anima, y otros etcéteras que la describen como alguien capaz y sensible . Él (integrante dela Compañía “La Fronda ” que participó de
numerosos festivales) es un tipo sencillo, de pocas ambiciones, tolerante y
ofuscado, que intenta pasarla bien y hacer buenos negocios sin perder la dosis
mínima de compañerismo ni sus momentos de ocio, de vinilos viejos y legados de
antaño.
Y aqui lo ingenioso de esta historia es que estas imágenes, son solo recuerdos enmarañados, retazos de emociones con un tal vez abierto que se intercalan en la distancia, muro a muro, donde limita la esperanza de volver a amar, de encontrarse un día cualquiera… o no.
La obra captura la atención por su franqueza, su cotidianeidad, sus discursos al público. Éste último, se convertirá en ese oído abierto donde los personajes relajarán su ahogo, y se conciliarán en parte con su melancolía invitando al espectador a identificarse con sus relatos.
La dramaturgia, realizada por los mismos actores como así también la dirección y la autoría, dota al espectáculo de una espontanea naturalidad y un vivaz desenvolvimiento de los artistas, quienes lucen su corporalidad con trazos suaves y movimientos amenos, habitando el espacio del teatro como si estuvieran realmente en el cuarto de aquel lugar, donde los corazones hablan. El diseño de luces acompaña el mobiliario dando un toque de precariedad, que es lo que se intenta resaltar como condición social de los personajes; una vida transitoria, inestable, quizás como la de muchos bonaerenses.
En cuanto al sonido, las reminiscencias de canciones viejas, olvidadas, suman un halo divertido y solazado que junto a los detalles generales del espectáculo, dan como resultado una obra muy bien llevada, que se desarrolla de comienzo a fin, entreteniendo al oyente y dejando una esbozada sonrisa teñida de añoranza al terminar la función.
/// Por Mauro Cavas
Frente al vacío de la soledad, surgen recuerdos, imágenes que decidimos guardar parpadean inconexas. Es así que las historias que ya no son, dejan el estante de que las cubrieron de polvo y vuelven a ser vividas. UnosDos, son estas historias contadas cotidianamente, con nostalgia, con humor, con emoción, anhelo, incertidumbre; la intimidad de dos amantes separados, que siguen unidos por los recuerdos.Ampliando la sinopsis diremos que la obra transcurre en dos habitaciones austeras, la de él, y la de ella. Allí los actores desnudan sus vivencias pasadas desde la compra de un terreno para vivir juntos, el trabajo, los proyectos y sueños, sus goces, sus reproches… un tanto de dulzura y otro tanto de frustración que no deja de pesar. Ella (Carolina Tejeda, la actriz que hace cinco años deslumbró con su Rosalía de Harina) es una mina que se da maña para todo, así es como prueba suerte de vendedora de camas rebatibles, luego como promotora de turismo, después se independiza con las manualidades pero las termina dejando a los pocos meses, planea vender pareos en las playas de Europa, pero todavía no se anima, y otros etcéteras que la describen como alguien capaz y sensible . Él (integrante de
Y aqui lo ingenioso de esta historia es que estas imágenes, son solo recuerdos enmarañados, retazos de emociones con un tal vez abierto que se intercalan en la distancia, muro a muro, donde limita la esperanza de volver a amar, de encontrarse un día cualquiera… o no.
La obra captura la atención por su franqueza, su cotidianeidad, sus discursos al público. Éste último, se convertirá en ese oído abierto donde los personajes relajarán su ahogo, y se conciliarán en parte con su melancolía invitando al espectador a identificarse con sus relatos.
La dramaturgia, realizada por los mismos actores como así también la dirección y la autoría, dota al espectáculo de una espontanea naturalidad y un vivaz desenvolvimiento de los artistas, quienes lucen su corporalidad con trazos suaves y movimientos amenos, habitando el espacio del teatro como si estuvieran realmente en el cuarto de aquel lugar, donde los corazones hablan. El diseño de luces acompaña el mobiliario dando un toque de precariedad, que es lo que se intenta resaltar como condición social de los personajes; una vida transitoria, inestable, quizás como la de muchos bonaerenses.
En cuanto al sonido, las reminiscencias de canciones viejas, olvidadas, suman un halo divertido y solazado que junto a los detalles generales del espectáculo, dan como resultado una obra muy bien llevada, que se desarrolla de comienzo a fin, entreteniendo al oyente y dejando una esbozada sonrisa teñida de añoranza al terminar la función.
/// Por Néstor De Giobbi
“Mientras que el presente los separe…”
Dos pobres cuartos en
algún lugar de Buenos Aires.
Dos pobres racontos
de lo que pudo haber sido y no fue.
Dos pobres catálogos
de reproches recíprocos, y una inconfesable vocación por volver.
Ella y El, habitando
sus recientes soledades “en espejo”,en lo que parece ser el precio que fijó la
intolerancia, la rutina, el no escucharse, para premiarlos (¿?) con la
libertad.
En un espectáculo
signado por la claridad de planteo y un naturalismo extremo, Carolina Tejeda y
José Mehrez dibujan con lacerante humor y velada ternura, la cotidianeidad de
una ex – pareja, que sin confesarlo, y a pesar del sin fin de imputaciones
mutuas, sueña con el fugaz encuentro entre la multitud, para tal vez así
asomarse a una segunda oportunidad.
Los celos, la chatura
laboral del otro, los fracasos e insatisfacciones personales, son los objetos
intangibles que servirán para arrojarse el uno al otro, sin detectar que el
verdadero enemigo no estuvo en esos objetos inmateriales, sino tal vez en el no
haber aprendido a detectar la interioridad del otro. Y eso queda palmariamente
plasmado en las distintas visiones que cada uno de ambos guarda en su recuerdo
de cada simple hecho de la convivencia.
El partido tomado a
la hora de la puesta, (una especie de “bi - monólogo” en tiempo real, en paralelo y simultáneo)
resuelve con eficacia el problema de la autodirección ya que, así enfocado, el
caso se reduce prácticamente a dos puestas de sendos monólogos, donde cada uno
de los autores-intérpretes puede ayudar en el trabajo a su compañero, dando finalmente
juntos las puntadas en común.
Ese, y el enfoque
francamente satírico y exagerado de la historia, (aunque no por ello exento de
profundidad emotiva), son los pilares del espectáculo, que encuentran en dos
actores carismáticos el vehículo para llegar al espectador. Claro está que la
polifunción de autores, directores y actores, hace que “Unos Dos” sea para
Tejeda y Mehrez algo así como un traje a medida.
Derribando el mito
según el cual el lunes es el día de descanso teatral, en el Abasto la noche de
ese día puede teñirse de la nostalgia, el vacío existencial y hasta la sonrisa
grotesca,… de una tarde de domingo.
Esto no es una revista
// por Verónica Miramontes
Breves sobre tablas
http://www.estonoesunarevista.com.ar/miradas.html#teatro
Dos tratando de acompañarse por momentos, de hacerse la vida un poco más fácil, dos desencontrados aun queriendo vivir, buscando los modos, con un ojo tan agudo de la cotidianeidad que a veces nos descubre en el límite de lo risible y lo nefasto. Un placer ver a Carolina Tejeda una vez más actuando, tan sutil, tan en ese aquí y ahora, con una tranquilidad que potencia su estar en escena junto a su compañero José Mehrez tan a la altura de ella. Ambos con la difícil tarea de enunciar sus textos con un decir cotidiano sin dejar de ser un decir teatral, a veces superponiendo parlamento y a veces dejando lugar al silencio donde toma más fuerza la palabra no dicha. Cada uno creando un pequeño mundo, un pequeño sistema que los organiza, que los sostiene separados y aun así sin poder dejar de estar unidos, dando cuenta de que si se reencontraran quizás dejarían de estar juntos/pegados revalorizando el hecho de que el mejor modo de ser dos es por la suma de uno más uno. Una puesta en escena que da placer ver y cuya escenografía acompaña a dos grandes actores jugando a ser adultos en la búsqueda con todos los desencuentros que eso implica. Y a lo mejor se encuentren, a lo mejor no. V.M.
Teatro del Abasto Humahuaca 3549 CABA Lunes 21.00 hs
http://www.estonoesunarevista.com.ar/miradas.html#teatro
Dos tratando de acompañarse por momentos, de hacerse la vida un poco más fácil, dos desencontrados aun queriendo vivir, buscando los modos, con un ojo tan agudo de la cotidianeidad que a veces nos descubre en el límite de lo risible y lo nefasto. Un placer ver a Carolina Tejeda una vez más actuando, tan sutil, tan en ese aquí y ahora, con una tranquilidad que potencia su estar en escena junto a su compañero José Mehrez tan a la altura de ella. Ambos con la difícil tarea de enunciar sus textos con un decir cotidiano sin dejar de ser un decir teatral, a veces superponiendo parlamento y a veces dejando lugar al silencio donde toma más fuerza la palabra no dicha. Cada uno creando un pequeño mundo, un pequeño sistema que los organiza, que los sostiene separados y aun así sin poder dejar de estar unidos, dando cuenta de que si se reencontraran quizás dejarían de estar juntos/pegados revalorizando el hecho de que el mejor modo de ser dos es por la suma de uno más uno. Una puesta en escena que da placer ver y cuya escenografía acompaña a dos grandes actores jugando a ser adultos en la búsqueda con todos los desencuentros que eso implica. Y a lo mejor se encuentren, a lo mejor no. V.M.
Teatro del Abasto Humahuaca 3549 CABA Lunes 21.00 hs
/// Por Patricia Espinota
“UnosDos”: FRAGMENTOS DE UN AMOR DEGRADADO
14 de octubre de 2010
El amor es la más difícil de nuestras tareas, según Rainer Maria Rilke, «el trabajo para el cual todos los demás trabajos no son más que una preparación». Su principal enemigo es la rutina y la ausencia de un proyecto común. Y si a esto se le suma una situación económica precaria e inestable, ¿qué pareja puede resistir tanta adversidad?«UnosDos» muestra el proceso de disolución de una convivencia conyugal que ha ido degradándose por las dificultades cotidianas, los fracasos individuales y la intolerancia frente a las manías del otro (incluido un leve conato de infidelidad).Ambos carecen de estudios, pero «ella» (Carolina Tejeda, la celebrada actriz de «Harina») es la que exhibe mayor empuje y voluntad de progreso. Se la ve poner el alma en cada una de sus fallidas experiencias laborales (promotora de supermercado, artesana, vendedora de camas rebatibles, agente turística). A su lado José Mehrez (uno de los conflictuados poetas de «Absentha», también en el Teatro del Abasto) da vida a un partenaire poco solidario, de escasas ambiciones y sin ningún talento para los negocios. Gruñón y algo egoísta, «él» es de los que mascullan en lugar de expresar sus opiniones y tapan sus inseguridades echándole la culpa a quien tienen más cerca. Sus discursos en paralelo confluyen en un único relato con lo cual se crea la ilusión de que «ella» y «él» siguen compartiendo un mismo espacio. Pero, el tiempo y la distancia acentúan las diferencias y los reclamos. De aquel amor sólo queda una melodía algo cursi y el temor -revestido de ilusión- de que quizás algún día se cruzarán en la calle. No son más que fragmentos de una breve historia de amor entre gente muy sencilla que gracias al humor y a la ternura que transmiten despiertan en el público una rápida identificación. El trabajo de Tejeda realza notablemente las vivencias de la protagonista y es otra muestra más de la rica expresividad de esta actriz. Junto a ella, Mehrez se mueve en un segundo plano con una presencia más borrosa, quizás por exigencias de su rol. Es grato advertir que estos dos seres, comunes y corrientes, son capaces de encarnar ciertos universales del amor sin desbordes costumbristas.
“UnosDos”: FRAGMENTOS DE UN AMOR DEGRADADO
14 de octubre de 2010
El amor es la más difícil de nuestras tareas, según Rainer Maria Rilke, «el trabajo para el cual todos los demás trabajos no son más que una preparación». Su principal enemigo es la rutina y la ausencia de un proyecto común. Y si a esto se le suma una situación económica precaria e inestable, ¿qué pareja puede resistir tanta adversidad?«UnosDos» muestra el proceso de disolución de una convivencia conyugal que ha ido degradándose por las dificultades cotidianas, los fracasos individuales y la intolerancia frente a las manías del otro (incluido un leve conato de infidelidad).Ambos carecen de estudios, pero «ella» (Carolina Tejeda, la celebrada actriz de «Harina») es la que exhibe mayor empuje y voluntad de progreso. Se la ve poner el alma en cada una de sus fallidas experiencias laborales (promotora de supermercado, artesana, vendedora de camas rebatibles, agente turística). A su lado José Mehrez (uno de los conflictuados poetas de «Absentha», también en el Teatro del Abasto) da vida a un partenaire poco solidario, de escasas ambiciones y sin ningún talento para los negocios. Gruñón y algo egoísta, «él» es de los que mascullan en lugar de expresar sus opiniones y tapan sus inseguridades echándole la culpa a quien tienen más cerca. Sus discursos en paralelo confluyen en un único relato con lo cual se crea la ilusión de que «ella» y «él» siguen compartiendo un mismo espacio. Pero, el tiempo y la distancia acentúan las diferencias y los reclamos. De aquel amor sólo queda una melodía algo cursi y el temor -revestido de ilusión- de que quizás algún día se cruzarán en la calle. No son más que fragmentos de una breve historia de amor entre gente muy sencilla que gracias al humor y a la ternura que transmiten despiertan en el público una rápida identificación. El trabajo de Tejeda realza notablemente las vivencias de la protagonista y es otra muestra más de la rica expresividad de esta actriz. Junto a ella, Mehrez se mueve en un segundo plano con una presencia más borrosa, quizás por exigencias de su rol. Es grato advertir que estos dos seres, comunes y corrientes, son capaces de encarnar ciertos universales del amor sin desbordes costumbristas.
///
por Sol Lebenfisz
Escindidos pero pegoteados
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=archivo.php
Escindidos pero pegoteados
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=archivo.php
El espectáculo UnosDos está hecho de fragmentos. Fragmentos de una vida compartida, narrada entre dos que monologan en tándem, o, también, que dialogan a distancia. Son piezas sueltas, que en la reconstrucción que cada uno hace parecieran no tener amalgama, desparramadas como están en la memoria. Se trata de fragmentos, digo y repito, porque eso son, porque de eso está hecho el pasado: de los detalles que podemos recordar. Los que no recordamos, dejan de existir. Los que recordamos a medias, existen a medias. Y están también los detalles que nítidamente recordamos no recordar. Esos se quedan en una repisa, ocupando espacio; ni los tiramos ni los regalamos ni los devolvemos. Los dejamos ahí a la vista para que nos recuerden cuánto hemos olvidado. La obra propone el armado de un rompecabezas que abarca muchos planos: el cronológico, el espacial, el discursivo, el afectivo, etc. Y la apuesta fuerte está en el modo en que tiempo, espacio, discursos, afecto, etc., se superponen en la distancia entre esos dos seres, y se distancian en la superposición, que es el modo de narrar de la obra. Desde la propuesta espacial, por ejemplo, se construye una especie de ambiente común, algo disfuncional a primera vista, pero donde no se repite mobiliario. Nada hace sospechar, en un principio, que eso que parece un ambiente son en realidad dos. La cuestión espacial refleja la inteligencia con que los autores/intérpretes han tramado este universo escindido pero pegoteado, esta paradoja que implica la separación de Dos que anduvieron siendo Uno por mucho tiempo. Cada parte tiene partes del otro, y como un gran plato roto los dos intentan armar el rompecabezas, pero sin el otro faltan pedazos, quedan agujeros que no se disimulan con porcelana fría. Nosotros sí, desde la platea, armamos el rompecabezas. Pero no porque esté completo; nunca está del todo completo lo que está hecho de recuerdos. Lo armamos porque el espectáculo sube y baja de lo particular a lo universal todo el tiempo; porque es la historia de una pareja cualquiera que puede ser la historia de cualquier pareja.
/// Por Cecilia Alejandra
Accoriniti
Las dos
campanas
Una
pareja que ya no va más, dos personas que desde su espacio cuentan aquella
historia compartida que dejaron atrás pero, como es lógico, cada uno lo hace en
base a sus vivencias.
Si
bien en la actualidad están separados, han compartido mucho y así como lo
hicieron desde el principio, siguen remándola para subsistir, para avanzar,
para creer, para crecer.
Sus
caminos en un momento se cruzaron, dejándoles marcas muy importantes y
profundas; desde sus relatos, lo que dicen y lo que callan, podemos ver como un
mismo hecho se puede ver de maneras muy opuestas o tal vez eso creemos, pero al
final, las dos campanas no suenan tan diferente, son casi casi armoniosas.
Un
hombre y una mujer que si bien comparten el escenario todo el tiempo,
prácticamente no interactúan, se cruzan en algunas frases, se complementan,
pero mayormente monologan alternadamente y así, van contando su verdad; solo en
algunos momentos, quizá aquellos más significativos se superponen en sus
relatos, se contradicen o simplemente mencionan algo al unísono.
Estos
personajes llevan a pensar en la importancia de las pequeñas cosas, de las
cotidianeidades, como esto une o separa ¿acaso elegir entre una cama rebatible
o un sofá cama; un juego de veladores o historias pasadas pueden
ser determinantes en una pareja?… todo depende de cómo se mire.
Una
obra sostenida por buenas actuaciones, donde a veces lo que se calla pesa más
que lo dicho.
La
iluminación ayuda a generar un clima intimista, a tener la sensación que los
protagonistas se hablan a si mismos al espejo, le están contando todo a un
amigo o ¿por qué no? están en una sesión de terapia… todo puede ser, todas las
opciones son validas.
La
selección musical está basada en temas que complementan y refuerzan el mensaje,
la historia, no es para nada arbitraria.
La
obra es interesante y si bien a veces se torna algo lenta, en su mayor parte es
sumamente llevadera y dan ganas de saber un poco más y hay varios momentos
realmente muy calidos que emocionan.
Carolina
Tejeda y José Mehrez, desde varios frentes, es decir, la dramaturgia, la
dirección y la actuación (ambos están encargados de todo), logran una historia
tan pequeña y tan grande como la de dos personas cualquiera, desde lo
particular, muestran la complejidad de las relaciones humanas y que a veces es
tan difícil estar solo, como estar con alguien.
CUANTO TIEMPO HEMOS SIDO UNO LOS
DOS?
POSTED 16 FEBRERO 2011 ESPECTÁCULOS,TEATRO
Ella
– el, unos que son solo fragmentos, en forma de anécdotas de un
pasado en común, bifurcado por la optica subjetiva de cada ser. Dos puntos de
vista parecidos, que no quieren olvidar y se funden en la añoranza de lo que ya
no se es.
UnosDos,
obra escrita, interpretada y dirigida por Carolina Tejeda y José Mehrez.
aborda la convivencia de dos personas que como piezas de rompecabezas habitan y
complementan un mismo espacio en común, en realidad dividido por una linea
abstracta.
Abstracto
como los recuerdos, expresados por medio del relato de estos dos personajes
(excelentes ambos en sus interpretaciones), que por momentos se superpone y
funde en uno solo. Pero que eficazmente mantiene vivo el ayer, transformandolo
en un presente donde el tiempo no pasa. Y aquello que tanto se añora perdura,
por lo menos mientras se mantenga vivo el recuerdo.
Calificacion: Muy buena. Altamente
recomendable.
Por
karin klauschh (karinklausch@hotmail.com)
Fotos:
Cortesía prensa
Mas
info:
Funciones:
viernes a las 21 hs Localidades: $ 40.-
Teatro del
Abasto – Humahuaca 3549 Tel. 4865-0014
Sin
media naranja
Carolina Tejeda, la reconocida actriz por su labor en Harina, bajo la dirección de Román Podolsky; acá, junto al actor José Mehrez, integrante del grupo
Y el título mismo de esta propuesta es por demás acertado: UnosDos. ¿Por qué que mejor título que este para hablar de una pareja que ha dejado de serlo? Unos dos que dejaron de ser dos para pasar a ser uno. Y aunque, tal vez, este sea un argumento que conocemos todos: chico dejo a chica o a la inversa. No podemos tampoco dejar de afirmar que ésto no nos es indiferente; ya que, quien mas quién menos, no ha roto para siempre con alguna ex pareja. Así, de movida, sabemos que estamos ante un hecho universal, que nos atraviesa a todos.
En UnosDos lo que se destaca es el modo en que eligieron para contarnos esta historia. Allí radica la originalidad de este espectáculo. De por si, el modo en el que resolvieron la utilización del espacio es para destacar porque con una simple y muy sencilla escenografía nos muestran una misma casa que pasa a ser, luego, dos. Esta ubicación espacial organiza también los planos temporales que hacen a la historia de estos que supieron ser una pareja y, al mismo tiempo, resuelve el entramado de este sutil rompecabezas. El cual uno no puede armarse sin el otro. Aunque ese otro no esté, al menos, en forma física, pero que siempre estará presente. Por eso, estos dos son uno; unos dos; ya que son lo que son, separados, porque se constituyen con los resabios que les ha dejado esa relación.
Juntos, pero separados también como actores están todo el tiempo que dura el espectáculo, monologando, como desahogándose, tal vez intentado entender lo que les sucedió. Superponiéndose los relatos, por momentos; incluso, a veces, para contradecirse. Así tenemos la suerte de escuchar, de ser testigos de esta historia, de acuerdo a la mirada subjetiva de cada una de las partes.
Como podrán imaginar no deja de ser esta una obra pregnada de cierta nostalgia, melancolía, de aquello que estuvo alguna vez y, hoy, ya no está. Pero, cuidado, no crean que por esto no posea un certero humor.
Por último, muy atinada la elección de la banda musical “Un hombre y una mujer”, de Claude Lelouch en esta inteligente propuesta que, yo si fuera usted, no dejaría de ir a ver.
Marcelo Saltal
marcelocree@yahoo.com.ar
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¿Qué
significa extrañar? ¿De qué habla una persona cuando afirma extrañar a otra?
Quiero decir, si pudiéramos espiar en su fuero interno, tener una instantánea
de la feroz maraña de afectos, pulsiones y recuerdos a la que alude cuando usa
esa palabra, ¿qué veríamos?
Si
nos fijamos en el diccionario, la acepción de este polisémico verbo más
adecuada a nuestro caso sería la siguiente: “Extrañar: echar de menos a alguien
o algo, sentir su falta. Lloraba
el niño extrañando a sus padres.”
No
son niños los que extrañan en esta obra, aunque por momentos, en la
transparente intimidad de sus confinamientos, en la cándida ingenuidad de sus
confesiones, lo parezcan. Jorge Mehrez y Carolina Tejeda (quienes pusieron
cuerpo y mirada para traernos esta delicada pieza, que actúan, dirigen y
escriben) nos proponen un breve recorrido por el anecdotario de una pareja que ya fue. Mudanzas,
emprendimientos laborales, peleas y desencuentros triviales, fragmentos de una
cronología presentados sin demasiado orden, van integrando de a poco, como
quien no quiere la cosa, la crónica de un proyecto amoroso que no funcionó.
Estas
evocaciones, de matices cotidianos y costumbristas, nos llegan desde un
presente en el que la separación ya es efectiva y total. Cada personaje nos
habla, monologando desde su ámbito (pieza o habitáculo de pequeñas
proporciones, depto. de soltera/o a todas luces). A la izquierda cajonera con
almohadón, cama rebatible, perchero, mueble... ella. A la derecha mesita de
luz, estantes, sofá-cama, cómoda... él. Seres levemente melancólicos separados
por una línea invisible de vacío que divide sus tiempos y sus espacios
personales, totalmente simétricos, aislando a cada uno en su solitario bulín.
Al borde del bajón, haciendo mínimos esfuerzos por caretearla.
Es
destacable dentro del mejunje de circunstancias culpógenas que se nos van
presentando el trance de Tejeda cuando, a medida que intenta venderle un
paquete turístico a un extranjero (un belgaviejoverde que no para de hacerle insinuaciones),
su congoja interior se va sulfurando hasta transformarse en un exabrupto en el
que las marcas geográficas del vasto territorio nacional (deformación del
speech de vendedora) se mezclan con las asfixias personales y hacen estallar el
discurso.
Lo
que conmueve de esta situación es el excelente desempeño de los intérpretes:
por un lado, un manejo técnico impecable (e imperceptible) del ritmo, del juego
de las superposiciones, unísonos y contrastes, establece de inmediato un código
contundente para construir su historia; este manejo conjugado con una actuación
muy trabajada y singular, fresca y llena de humor, nos envuelven de inmediato
en su pequeño mundo.
Pero
principalmente, lo hipnótico de la apuesta reside en la sensibilidad a flor de
piel de la pareja: un hombre y una mujer que, aislados, hablan de sus cositas
(a nosotros, a sí mismos), pero que a pesar de su aislamiento no dejan nunca de
percibir al otro, ese cuerpo que está ahí presente, a escasos metros, concreto
y real pero siempre del otro lado de la infranqueable línea de la separación,
tan imaginaria como inexorable (salvo en los sueños, donde el deseo, tenaz,
materializa contactos tiernos pero desgarradores en su fugacidad). Es esta
percepción permanente del uno por el otro, cargada de añoranza, de frustración,
de rebeldía contenida, la que nos hace sentir que en cualquier momento, si
pudieran, mandarían al carajo lo
que están contando para
correr a fundirse en un beso de película de amor francesa... pero no pueden, y
en la tensión constante entre el deseo y la certidumbre de su imposibilidad es
donde nos atrapan y nos cuentan los mil matices de un extrañar que, a
contramano quizá de lo que dice el diccionario, no sería sentir la falta del otro,
sino descubrir en uno mismo su inextinguible presencia.
Juan Manuel López Baio
jmbaio(a)geoteatral.com.ar
jmbaio(a)geoteatral.com.ar
UnosDos
Humor condimentado con el
sinsabor de la rutina y de la finitud. Una pareja repasa su pasado cada uno
en su ámbito y con su cristal. Por momentos la risa se vuelve carcajada, aunque
todo es una excusa para hacer mas digerible la duda sobre qué cosa es la
felicidad.
Dos personajes simples,
narran sobre el escenario su antigua vida juntos, en forma consistente. Tan
bien lo hacen, que el humor y la angustia se alternan con la naturalidad de los
acontecimientos. Hasta la explicación de las virtudes de una cama rebatible por
sobre las de un un sofá cama plegable, son una muestra de sensibilidad y estudio de los personajes.
Todo aporta, desde el
diseño lumínico y la escenografía hasta las excelentes actuaciones, para que
esta obra sea muy recomendable.